Nota de Sebastián Campanario publicada en La Nación el 13/09/2015
La economía de la salud se prepara para una cirugía mayor
Las nuevas tecnologías mejoran las expectativas de cura de enfermedades y abren posibilidades de ofrecer servicios; el desafío es que los beneficios no queden para unos pocos
De sus amigas o amigos del secundario, ¿a quién cuesta más enganchar para compartir una cena cada tanto y ponerse al día entre ex compañeros? Probablemente sea alguien que estudió medicina, que no puede venir porque está de guardia o porque tiene que cubrir alguno de sus múltiples trabajos en hospitales y consultorios privados. No es un fenómeno local: en el mundo, los profesionales de la medicina están entre los que más horas trabajan.
La economía de la salud se prepara para una cirugía mayor
Las nuevas tecnologías mejoran las expectativas de cura de enfermedades y abren posibilidades de ofrecer servicios; el desafío es que los beneficios no queden para unos pocos
De sus amigas o amigos del secundario, ¿a quién cuesta más enganchar para compartir una cena cada tanto y ponerse al día entre ex compañeros? Probablemente sea alguien que estudió medicina, que no puede venir porque está de guardia o porque tiene que cubrir alguno de sus múltiples trabajos en hospitales y consultorios privados. No es un fenómeno local: en el mundo, los profesionales de la medicina están entre los que más horas trabajan.
Un efecto de esta tendencia es el poco tiempo que
tienen para ponerse al día con los últimos descubrimientos. "Hoy, los
médicos profesionales pasan menos de cinco horas al mes leyendo estudios
nuevos; simplemente para ellos se volvió imposible lidiar con toda la
información que se genera cada minuto", explica Chit Mayor, responsable de
la división Salud de la iniciativa Watson, de IBM, y especialista en cáncer.
Mayor trabajó en hospitales de oncología y está muy entusiasmada con el impacto
de la computación cognitiva en el estudio del cáncer, ya que vincula
información relevante en poco tiempo. El proyecto Watson pasó de su etapa de
prueba y experimentación a principios de esta década a una etapa de validación
(cuando dio el batacazo de ganar el concurso de preguntas y respuestas Jeopardy
contra los humanos más calificados), y hoy consolida un ecosistema de negocios.
"Cuando leí El emperador de todos los males
terminé bastante decepcionada, pero hoy el panorama cambió, creo que estamos en
las vísperas de lograr saltos fundamentales en el tratamiento de esta
enfermedad", dice Mayor a LA NACION. La especialista, que vino al país a
participar de un congreso en Rosario, alude a una "biografía social del
cáncer" por la cual ganó en 2011 el premio Pulitzer el oncólogo Siddhartha
Mukherjee, y que narra la historia del flagelo desde el antiguo Egipto (se
descubrieron tumores en cuerpos momificados) hasta su explosión en el siglo XX,
cuando se volvió un mal masivo porque está asociado a la longevidad. A pesar de
que el libro (aquí lo editó Debate) pasa lista a multitud de avances y
victorias en la lucha contra el cáncer, como las que lograron los mejores
expertos en estadística ingleses en los 50, cuando consiguieron diseñar
experimentos para determinar los tratamientos óptimos de quimioterapia, el
libro deja un regusto amargo. Según Mayor, este panorama hoy cambió y una
eventual secuela cerraría con una proyección mucho más optimista.
La aplicación de la computación cognitiva a
tratamientos oncológicos y de todo tipo es apenas uno de los frentes de avance
de la innovación sobre la salud que llevan a los especialistas de Singularity
University (que hablarán esta semana en InnovatiBA, el evento sobre el futuro
que organiza el gobierno de la CABA) a vaticinar que en esta área (y en la
educación) se verán los cambios más disruptivos en el corto plazo. Una de las
principales razones que vuelven al sector salud una presa ideal para los
cambios drásticos en modelos de negocios es que mueve cantidades siderales de
dinero con mucha ineficiencia, con lo cual el potencial de ganancia para
mejoras provenientes de alternativas innovadoras es enorme.
"Watson nos da muchísima más capacidad para
entender la 'biología sistémica' de las células y probablemente también a
niveles supracelulares (nichos celulares, tejidos, etcétera). Analizar los
cambios sistémicos puede ser muy poderoso", cuenta la bióloga molecular
María Maldonado. ¿Un ejemplo? "En cuanto al estudio de patologías puede
revelar el involucramiento de ciertos circuitos celulares en cierta enfermedad
que no se pensaban que estaban involucrados -continúa Maldonado, una joven
científica argentina que vive en Viena, Austria-; puede revelar que ciertos
patrones celulares están relacionados con cierta enfermedad. También puede
llegar a detectar que incluso dentro de una enfermedad que parece bastante
homogénea hay diferentes grupos de pacientes, según los patrones de expresión
de genes que tengan, y esto puede llevar a que distintos pacientes tengan
diferentes progresiones de la enfermedad, diferente prognosis o que respondan
de distinta manera a la misma droga."
Computación cognitiva, inteligencia aumentada,
Internet de las Cosas, aplicaciones para celulares, sensores y otros campos de
la tecnología producen novedades que parecen sacadas de cuentos de ciencia
ficción. Maldonado cita el caso de un lanzamiento del 19 de agosto anunciado
por Illimina, uno de los principales secuenciadores de ADN del mundo, de una
compañía, Helix, con un fondeo de US$ 100 millones para un mercado de
aplicaciones para el celular que promueva el consumo masivo de estudios de ADN.
La estructura es similar a la de un App store, con un esquema de pagos en el
cual el laboratorio que atrae a un primer paciente sigue recibiendo royalties
de exámenes posteriores contratados con otras firmas.
En un reciente estudio (Patient of the future:
2020), la especialista Collette Johson pasa lista a la generación de sensores
que habrá para medir hidratación, obesidad, ritmo de respiración y otros
indicadores en tiempo real, y que conformarán un mercado (sólo de hardware) de
unos US$ 50.000 millones para 2020. En mayo, un grupo de estudiantes de la
Universidad de British Columbia presentó un sensor para medir niveles de
ansiedad en personas con autismo, basado en indicadores de presión sanguínea y
actividad cardíaca.
¿Cómo pueden impactar estos cambios en los grandes números
de la economía de la salud? Hay quienes no están tan seguros de que el panorama
vaya a ser color de rosa, y creen que si no hay fuerte regulación los avances
traerán mejoras sustanciales... sólo para quienes puedan pagarlas.
"La innovación en la medicina registra un
ritmo muy acelerado y reviste un alto potencial de generar impacto sobre los
resultados de salud. Pero ello crea nuevos desafíos económicos", explica
Federico Tobar, investigador principal del Cippec en el área de Salud.
"Ahora el principal problema de la economía de la salud pasó de ¿cómo
producir salud? (es decir, cuáles son las funciones de producción que permiten
un uso más eficiente de los recursos) a ¿cómo distribuir la salud? Porque la
innovación en general no abarata procesos, sino que los encarece y con ello las
brechas en el acceso, la financiación y los resultados de salud se
incrementan", argumenta Tobar.
Para el especialista, "las innovaciones
tecnológicas suelen generar mayor calidad y a veces mayor efectividad. Pero son
más caras. En términos de evaluación económica muchas veces se puede demostrar
que son más costo-efectivas. Es decir que se consigue más salud por el dinero
invertido. El problema es que siempre requieren inversión de más recursos (es
lo que se ha llamado 'inflación médica')". Por otro lado, la innovación
organizacional, que sería la que podría generar mayores ahorros y promover
acciones inclusivas que reduzcan las desigualdades, registra ritmos de avance
mucho más lentos. "Tanto en el mundo y mucho más en la Argentina, la
capacidad de encontrar nuevas formas de organización y administración de la
atención médica va a la retaguardia de la innovación tecnológica. Peor aún es
que las modalidades ya identificadas, como la organización de los servicios de
salud en redes de cuidados de complejidad creciente, que podrían generar
ahorros importantes y mejorar mucho los resultados de salud, se emplean en
menos del 10% de su potencial", marca Tobar. En otras palabras, en salud
el mercado incentiva la innovación, pero a costos crecientes y generando
inequidad. "Hace falta compensar eso con una fuerte intervención,
planificación y regulación estatal", advierte.
Si no el futuro será muy 'saludable' para muy pocos
y continuará igual o peor para el resto. Algo ante lo cual seguramente sacaría
provecho monetario el doctor Cureta, aquel personaje de la tira que publicaba
la revista Humor a principios de los 80, creado por Meiji y Ceo, en la cual un
médico inescrupuloso sólo pensaba en hacer dinero a costa de sus pacientes.